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Algunas Aclaraciones Necesarias

Jamás he dicho que el Sr. Faure tuvo un entierro judío como ha estado repitiendo maliciosamente a lo largo de muchos años el R.P. Faure para confundir. Lo que sí dije y sigo sosteniendo, es que EN SU CASA -o sea, ANTES de las ceremonias católicas y el entierro que se realizaron DESPUÉS- , vimos algo que no tenía nada de católico. Lo que haya sucedido después en el seminario o en el cementerio son cosas muy diferentes.

Hubo una confusión acerca de la identidad de uno de los testigos, confusión que causó muchos problemas y que sigue causándolos hasta el día de hoy, la cual fue provocada involuntariamente por el ahora R.P. Rafael Lira Gutiérrez. Cuando hice la denuncia yo no podía recordar quién había sido el tercer testigo además del entonces seminarista Ricardo Olmedo y yo, y por más que me esforzaba y preguntaba, no lograba averigüarlo. Pero por una confusión causada por el P. Lira todos creímos que había sido él. El verdadero tercer testigo había sido el también entonces seminarista José de Jesús Becerra Rodríguez quien después, siendo ya sacerdote, por miedo y para no comprometerse -creo yo, porque lo conozco bien-, faltó a su deber de decir lo que había visto y aprovechó la confusión causada por el P. Lira para callar como un sepulcro que él había sido el verdadero tercer testigo en discusión causando gravísimos problemas con su silencio.

Cuando con el tiempo inevitablemente se aclaró la identidad del tercer testigo y salió a la luz que éste había sido el R.P. José de Jesús Becerra Rodríguez, y se le reclamó a éste la razón de porqué había callado algo tan grave e importante causando innumerables daños y problemas con ello, lo único que hizo ante la pregunta, me parece recordar ahora, fue decir algo así como: “y bueno…” ésta fue -o una expresión indefinida equivalente-, toda su respuesta. Lo cual equivale, lisa y llanamente, a guardar silencio de nuevo. Sin embargo, debo agregar aquí por razones de estricta justicia y en cierto descargo de la responsabilidad del mismo Padre Becerra, que éste trató después -aunque bajo presión-, de enmendar su falta aclarando el asunto ante las autoridades de la FSSPX por mediación del R.P. Giulio Tam [33], y la sorprendente respuesta y “consejo” que recibió por parte del P. Tam fue que callara la verdad, diciéndole: “Esto cambia las cosas, a ti si te creo, pero no vayas a decir nada porque no te van a creer”. Así terminó en aquél tiempo el intento del R.P. Becerra de aclarar tal enredo. Enredo que, por cierto, persiste causando gran daño hasta el día de hoy.

Me dirijo en este punto con todo respeto a S.E.R. Mons. Andrés Morello para rogarle que le pida al R.P. José de Jesús Becerra Rodríguez [34] que testifique lo que vio junto conmigo y el R.P. Olmedo, ya que el silencio de dichos Padres fue aprovechado por el P. Schmidberger y su equipo para acusarnos a todos – incluyéndolo a Ud. Mons. Morello-, de calumniadores en la crisis del Seminario de La Reja. Silencio que fue aprovechado además por el dicho P. Schmidberger para dejar en la más completa impunidad al P. Faure y los demás acusados en la crisis de La Reja. Y el asunto no termina allí, pues lo más grave de todo es, que si no damos todos – me estoy refiriendo al R.P. Becerra-, nuestro testimonio, peligrarán muchísimas almas de fieles y sacerdotes, que huyendo de la traición de las autoridades de la FSSPX van a ir inocentemente a buscar refugio en el ahora Mons. Jean Michel Faure. Yo no quiero cargar en mi conciencia con una cosa así, con la agravante además de que está en juego gran parte de lo poco que aún queda de la verdadera Iglesia católica. S.E.R. Mons. Morello: A pesar de todas las cosas y de todos los años, siempre le he tenido a Ud. en un alto concepto y nunca ha dejado de estar en las intenciones de mis Misas y en mis oraciones. Le ruego haga algo respecto al ahora tan necesario testimonio público del R.P. Becerra [35].

Quiero finalizar este punto sobre lo que presenciamos en la muerte del padre del R.P. Faure pidiendo a los que lean esto que si tienen la oportunidad de hacerlo, presionen a los Padres Ricardo Olmedo y José de Jesús Becerra Rodríguez para que testifiquen bajo juramento si es verdad o no lo que he dicho. Aclaro que si he consignado aquí a estos padres como testigos oculares del hecho junto conmigo es sencillamente porque lo fueron, y no porque tenga yo su promesa de testificar lo que yo estoy testificando. Y como sé que por miedo o por alguna otra razón pueden callarse o negarse a ello como ya lo hicieron en el pasado, me veo obligado en conciencia a decir:

Que emplazo a los dichos Padres Ricardo Olmedo y José de Jesús Becerra Rodríguez ante el Juicio de Dios, en el caso de que de nuevo se nieguen a dar su testimonio. Porque no se puede traicionar impunemente a lo poco que aún queda de la verdadera Iglesia Católica con un silencio culpable en una cosa tan profundamente grave y con tan grandes consecuencias para la Santa Iglesia y las almas.

Y que yo por mi parte juro por Dios que me ha de juzgar, consciente de que tendré que rendir estricta razón ante su juicio divino y de que estoy poniendo en juego la salvación de mi alma, que es verdad que fuimos testigos del hecho que acabo de narrar [36], y que desafío al P. Faure y a los demás testigos de tal acontecimiento, y a quien sea, a que sostengan – si se atreven,- bajo este mismo e idéntico juramento, que no se acuerdan, o que NO sucedió lo que aquí he dicho que vieron, cuando menos en sus líneas más importantes y fundamentales.

Más que esto no puedo hacer, y espero no haber predicado aquí a las piedras del desierto.

“El que tenga oídos para oír, que oiga”. Y si alguna persona necesita aclarar alguna cosa, que se comunique conmigo directamente. Estoy a su disposición. Mi dirección y teléfono están al inicio de este documento: Esta no es una declaración anónima como se acostumbra en las difamaciones por internet.

Pido por amor de Dios y de la Santa Iglesia a todos los sacerdotes, religiosos y feligreses que hayan sido testigos de estas y otras cosas semejantes en la Fraternidad San Pío X o en la Iglesia en general, que le quiten la máscara al enemigo dando sus testimonios, que digan lo que saben, que testifiquen ahora. Debemos decir todos la verdad. Si lo hacemos muchas almas se librarán de la peligrosísima ceguera del escepticismo y la ignorancia en que están [37]. Consideren que incontables almas y la Iglesia misma necesitan de nuestros testimonios.

Ruego igualmente a todos los que han leído esto que no se escandalicen ni desanimen con todo lo que aquí he dicho. Si nos mantenemos fieles, estaremos seguros en las manos de Dios no importa lo que suceda. Cristo mismo lo ha afirmado así: “Mis ovejas oyen mi voz, Yo las conozco y ellas me siguen. Y Yo les daré vida eterna, y no perecerán jamás, y nadie las arrebatará de mi mano” [38].

No nos extrañe que pasen todas estas cosas, las tribulaciones y pruebas han existido en la Santa Iglesia incluso desde su etapa del Antiguo Testamento, donde ya leemos cómo el Fundador y Padre de los Carmelitas, el Santo Profeta Elías, acosado por los enemigos de la fe, terminó refugiándose en una cueva, donde Nuestro Señor le dijo : “¿Qué haces aquí, Elías?” El respondió:

"Con gran celo he defendido la causa de Yahvé, el Dios de los ejércitos; pues los hijos de Israel han abandonado tu alianza, han derribado tus altares y han pasado a cuchillo a tus profetas; y he quedado yo solo; y me buscan para quitarme la vida". [39] ¿Qué panorama más desolador que el que contemplaba entonces el Santo Profeta? Humanamente entonces todo parecia perdido y sin embargo, en el día de hoy, después de miles de afios, todos somos testigos de que aún sigue en pie -aunque en un pasajero eclipse-, la indestructible [40] Iglesia de Cristo. Dichosos los que se mantengan en ella.

Y ahora me despido volviendo de nuevo espero en Dios-, a la vida del claustro por el resto de mi vida.

Encomiendo este testimonio al Maternal e Inmaculado Corazón de Nuestra Madre Santísima del Carmen, para que ilumine las mentes y ablande los corazones.

Que Dios nos bendiga a todos.

Fray Juan de Jesús O.M.Carm.

"Dulce est mori pro Ecclesia Domini"